Con el fin del fenómeno barrial de las elecciones del 7 de septiembre hace tan solo 3 semanas al gobierno de Milei se le abrieron más problemas de los que tenía. El mercado presionando al dólar para una devaluación, el congreso rechazando los vetos, la pérdida del apoyo popular en el conurbano y el interior de la provincia de Buenos Aires, una calle copada por estudiantes y jubilados, gobernadores en un armado aparte y el círculo rojo mirando de reojos.
El gobierno en su meta de ir por todo, se dedicó a gobernar para sus patrones, el mercado y las grandes cerealeras. Consiguió un salvataje por parte del Tesoro de Estados Unidos de 20 mil millones dólares, algo sin precedentes y un apoyo de Trump para una futura reelección, como si eso fuera a conseguirlo mañana. Un nuevo endeudamiento por parte Caputo, una verdadera entrega del país que llevará a más ajuste al pueblo trabajador.
Las cerealeras liquidaron en el plan platita top y llegaron al tope, ganaron 1.500 millones en tres días y quedaron los productores medianos y pequeños afuera del negocio; en criollo, los durmieron.
Plan llegar a octubre | Las cerealeras financiaron a Caputo con U$S 7.000 millones y ganaron U$S 1.500 millones en 3 días https://t.co/TPipHTsm5C
Por @Juliomp25, vía @izquierdadiario— Esteban Mercatante (@EMercatante) September 26, 2025
Ahora bien, todo este arreglo de la macroeconomía, que calma el dólar y evita un golpe de mercado, ¿en qué le cambia la vida al pueblo trabajador? Si el gobierno prendente con estas medidas para el poder más concentrado, recuperar su votos de los sectores populares que perdió, parece no tener mucho sentido del olfato político en las necesidades sociales. De aquel que su mayor preocupación es que no llega a fin de mes, no en una foto con Trump, que poco y nada cambia su vida cotidiana.
En su prepotencia política, creen que estos movimientos van a lograr nuevamente la adhesión que perdieron de aquellos que viven del pluriempleo. Si bien el voto de Milei tuvo elementos de componentes ideológicos, lo central fue una desesperación por salir de una pésima situación económica que el gobierno de Alberto Fernandez los había llevado, un voto cansando de la realidad y una búsqueda (errada) de una mejora. Ese voto no vuelve por la calma en el mercado, ese voto no vuelve, por que estos casi dos años, su condiciones de vida empeoraron en todos los ámbitos. Lo que va a mantener, es el voto dólar, de aquellos sectores medios y altos de la sociedad que pueden comprar el “barato”.
En el país de los sueños de Milei, el gobierno no promulga la ley de discapacidad en una muestra de crueldad sin precedentes, y el INDEC dice que la pobreza es del 31%: ni Guillermo Moreno se animó a tanto. Datos de seres reales hubieran creado un nivel de simpatía y adhesión ante cualquier gobierno que logre en menos de dos años bajar 20 puntos la pobreza del país.
Un gobierno acorralado, que solo logró una pequeña tregua con los mercados entregando su gobierno a los deseos de Trump, que aunque pueda recuperar algún voto en las elecciones de octubre, no cambia, sino que profundiza sus contradicciones que lo hacen insostenible a su gobierno y al plan del FMI y el Tesoro de Estados Unidos.
El peronismo merece un punto aparte. Mientras Kicillof está en Nueva York, sin saber que hacer con la deuda fraudulenta de Milei y Caputo, la Bonaerense que él dirige tardó 48 hs en ponerse a buscar a Brenda, Lara y Morena, la misma que es cómplice y garante del narcotráfico, mientras Sergio Berni dice que no fue un femicidio.
El Tesoro no es inocente y somete más al país. Inocentes eran las pibas de La Matanza que sufrieron un brutal femicidio, un crimen atroz que no es aislado, es parte de una política abierta contra las mujeres, de empobrecimiento a los sectores populares, abandono intencional del estado, destrucción de organizaciones sociales y barriales, una apertura al narco para que haga lo que sabe, destruir pibes y pibas marginados de su inocencia a demasiada temprada edad.