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Radiografía de las grandes empresas que ponen en jaque la estrategia de EE.UU. de sacar a China de la Argentina

En los despachos de la Casa Rosada, el discurso oficial no deja margen a dudas: el norte geopolítico de la Argentina de Javier Milei está en Washington, y la sintonía con Donald Trump promete una era de «des-chinización» estratégica. Pero, a tan sólo pasos en las oficinas de las torres corporativas de Puerto Madero y Retiro, la realidad operativa del círculo rojo es otra. Lejos de la retórica, el «pragmatismo silencioso» de las empresas líderes blindó una relación comercial con Beijing.

Desde los gigantes del agro hasta los dueños de la energía, los negocios exceden cualquier lineamiento ideológico y la huella de China no es solo una cuestión de financiamiento estatal para represas o trenes; es parte del ADN financiero y comercial de las compañías que mueven el amperímetro de la economía real.

«China opera más como un banquero de última instancia y un socio estratégico que como un simple comprador. Cortar ese vínculo es apagar el motor exportador«, graficó ante PERFIL una fuente vinculada a los negocios asiáticos en el país. El dato duro respalda esta visión: China no solo es el principal destino de las exportaciones del agro, sino que sus capitales están integrados en las estructuras accionarias y financieras de sectores críticos.

El agro: la «caja» en yuanes

El sector agroindustrial es donde la relación es más estrecha. Empresas emblemáticas de capital nacional como Vicentin y Molinos Río de la Plata tienen en China a su cliente VIP para la harina y el aceite de soja.

El jugador que mejor ilustra esta simbiosis es Cofco International Argentina. Subsidiaria del gigante estatal chino COFCO, la firma opera localmente como una de las mayores exportadoras de granos, integrando verticalmente el campo argentino con la seguridad alimentaria de Beijing. A esto se suman actores como la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) y su brazo industrial Renova, claves en el complejo sojero, y Ledesma, que coloca azúcar y bioetanol en el mercado asiático.

Grandes empresas se vuelcan al negocio importador como ancla de precios, con el riesgo de la competencia china

Incluso en la industria frigorífica, la reciente apertura del mercado chino para la carne bovina transformó el negocio de jugadores como Marfrig (dueña de Quickfood), que reorientaron sus exportaciones hacia una demanda que parece infinita.

Energía y minería: socios inesperados

El caso de Pan American Energy (PAE) es paradigmático. Aunque controlada mayoritariamente por BP (British Petroleum) y la familia Bulgheroni, el conglomerado chino CNOOC posee una participación accionaria minoritaria, pero significativa. Es decir, en cada barril de petróleo que exporta una de las principales petroleras privadas del país, hay un interés financiero chino directo.

En el litio, la ecuación es aún más explícita. El proyecto Cauchari-Olaroz en Jujuy, uno de los más grandes del mundo, es operado por Minera Exar, un joint venture donde la china Ganfeng Lithium tiene la mayoría accionaria, socia de la estadounidense Livent/Allkem. En el norte, el «friend-shoring» convive con la inversión china real: Ganfeng ya exporta y factura, mientras occidente todavía discute marcos regulatorios.

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Otro ejemplo es el proyecto Tres Cruces, una alianza entre Ningxia Zhicheng Lithium y la canadiense Alpha Lithium, hoy bajo control chino. Incluso la estatal YPF mantiene acuerdos de cooperación técnica con Sinopec, demostrando que el pragmatismo atraviesa también al sector público.

La billetera financiera y la obra pública

El sistema financiero local también respira gracias al oxígeno que llega de Oriente. El ICBC Argentina no es un banco más; es la filial del mayor banco del mundo y actúa como un puente fundamental para el comercio exterior y los swaps de monedas que, en momentos de asfixia, han salvado las reservas del BCRA. Entidades públicas como el Banco Nación y el Banco Provincia gestionan líneas de crédito con el Banco de Desarrollo de China, financiando desde pymes hasta grandes obras.

En infraestructura, la presencia es estructural. Empresas como Roggio, SACDE o la ex IECSA suelen operar como socias o subcontratistas en consorcios liderados por gigantes estatales chinos como China Gezhouba Group o Power China. Financian obras como las represas de Santa Cruz o la modernización ferroviaria.

El «desacople» que busca Washington choca con una pared de realidad operativa. Ya sea en la electrónica fueguina con el Grupo Newsan, en la tecnología energética con IMPSA o en el mercado de granos, el socio asiático es quien garantiza el flujo de caja.

AM/DCQ

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