La violencia en Llallagua alcanzó su punto más crítico el miércoles. Dos subtenientes de la Policía Boliviana fueron asesinados a sangre fría por bloqueadores armados. Los uniformados formaban parte del operativo que intentaba desbloquear las rutas tomadas por sectores evistas.
Fueron atacados con disparos de armas de fuego mientras cumplían su deber. La ciudadanía quedó conmocionada por la brutalidad del hecho.
Los fallecidos fueron identificados como Brayan Barrozo Rodríguez y Carlos Enrique Apata Tola. Ambos eran egresados de la Academia Nacional de Policías.
Estaban desplegados en la zona junto a un contingente que partió desde Oruro. Participaban del operativo de despeje cuando fueron emboscados. Un capitán, Daynor Miranda, también resultó gravemente herido.
Terroristas entrenados
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Los bloqueadores usaron tácticas de guerra y se apostaron en los cerros. Atacaron con explosivos, piedras y armas de fuego. La Policía fue sorprendida en plena tarea de desbloqueo.
No pudieron reaccionar ante un ataque planificado y mortal. Los testimonios indican que los agresores contaban con rifles de alto costo.
Videos difundidos en redes sociales muestran la violencia del ataque. En las imágenes se observan disparos contra los uniformados. También se confirma el uso de dinamitas y otros explosivos.
Algunos policías fueron tomados como rehenes y golpeados brutalmente. Incluso se impidió el paso de ambulancias para atender a los heridos.
El ministro de Gobierno, Roberto Ríos, confirmó el fallecimiento de los dos subtenientes. Afirmó que los efectivos fueron vilmente asesinados por cumplir con su labor. Denunció que lo ocurrido en Llallagua no es una demanda social.
Acusó a Evo Morales de promover una estrategia violenta para forzar su candidatura. Recalcó que se trata de terrorismo impulsado desde el trópico cochabambino.
Los delincuentes cuentan con armamento sofisticado
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La Policía aún no emitió un informe oficial completo. Pero se confirmó que los bloqueadores usaron armamento de precisión. Algunas fotografías muestran rifles de uso militar en manos de los atacantes.
Las víctimas fueron abatidas por impactos de bala en medio del caos. El crimen ha desatado una ola de repudio en todo el país.
La asambleísta Azucena Fuertes alertó sobre el uso de francotiradores. Aseguró que la emboscada tiene similitudes con los hechos de 2019. Según los reportes, los agresores actuaron desde posiciones elevadas.
La violencia fue planificada y ejecutada con ventaja táctica. Llallagua se convirtió en una zona de guerra.
Representantes de esposas de policías exigieron declarar estado de sitio. Denunciaron que los agentes están en desventaja frente a los bloqueadores. Estos últimos usan dinamita, trampas caseras y armas letales.
Mientras tanto, los policías carecen de equipos adecuados. El Gobierno aún no ha respondido al pedido de protección urgente.
La población se cansó de los evistas
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Los cooperativistas mineros también pidieron una reacción firme. Emitieron un pronunciamiento donde reclaman al presidente que actúe. Piden declarar estado de excepción en las zonas más violentas.
Rechazan que se permita el avance del caos por cálculo político. La población exige orden y seguridad.
En Llallagua no solo hubo asesinatos, también saqueos. Ayllus afines a Evo Morales ingresaron al centro del pueblo. Usaron piedras y explosivos para atacar a la población civil.
Algunos negocios y edificios públicos fueron destrozados. La Policía fue rebasada y tuvo que pedir refuerzos.
La violencia comenzó cuando vecinos intentaron levantar los bloqueos. Cansados del aislamiento, salieron a exigir libre tránsito. En respuesta, los bloqueadores intensificaron sus ataques.
No solo a la Policía, sino también a los propios pobladores. La tensión estalló y la sangre corrió en las calles.
La red de rutas permanece tomada por sectores radicales. Exigen la renuncia del presidente Luis Arce, aunque no hay unidad en sus pedidos.
El exdictador dirigió a los delincuentes
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El trasfondo, según autoridades, es el intento de Evo Morales de volver al poder. Lo haría por la vía de la presión violenta e inconstitucional. Y ahora, incluso con víctimas mortales.
Los enfrentamientos han paralizado servicios básicos en la zona. La población de Llallagua ya no tiene gas ni transporte. Las autoridades locales están desbordadas por la situación.
No se observa presencia estatal firme en la región. La anarquía amenaza con extenderse a otras provincias.
Hasta el momento no hay detenidos por los asesinatos. Tampoco se ha identificado plenamente a los autores materiales.
La ciudadanía exige justicia y que se imponga el orden. Llallagua se ha convertido en símbolo de una crisis que el país no puede ignorar.
Los hechos ocurridos en Llallagua no son accidentales ni espontáneos. Responden a una estrategia premeditada de Evo Morales y su entorno más radical para forzar su inscripción como candidato.
En lugar de respetar las normas democráticas, han optado por sembrar terror con dinamita, francotiradores y emboscadas que han cobrado vidas.
Las medidas adoptadas por los sectores evistas constituyen un atentado directo contra el Estado de Derecho. Morales pretende forzar su candidatura con métodos propios de regímenes autoritarios.